viernes, 6 de febrero de 2009

Un viejo poema sin nombre

Lo acabé de encontrar. La verdad es que ni siquiera me acordaba del pobre, pero quise publicarlo precisamente por eso: porque no quería que pasara al olvido total.

Son apenas cuatro estrofas sobre un amor no correspondido [probablemente] de una vieja amiga.

Mis lágrimas se hacen hielo antes de salir,
congelando mis ojos, cegados por el dolor.
Lloro despacio, con la agonía de sentir
cómo muere una esperanza que luchaba en mi interior.

No te vas, esto no es una fácil despedida.
Ahí estás, pero cambias la expresión de la mirada.
Estás presente en cuerpo aunque en alma estás perdida,
y yo soy transparente como vieja agua pasada.

Tal vez fuiste espejismo, tal vez eras desierto.
Yo sólo fui una lluvia sufriendo incompleta.
Tal vez un poco tarde me descubrí sediento,
mientras no podía calmar dudas inquietas.

Ahora he pensado en acercarme lentamente
a lo que te has llevado sembrando distancias
falsas, como lo que le dices a la gente,
y vacías, como las soledades de la infancia.

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